El 7 de abril de 1889 nacía en Coquimbo, Chile, Lucia Godoy Alcayaga, quien hiciera famo-so en todo el mundo su nombre literario de Gabriela Mistral.
Esta magistral poetisa adoptó dicho seudónimo en homenaje a dos de sus poetas preferidos, el italiano Gabriel D´Annunzio y el francés Federico Mistral.
Siendo hija de maestros, desde muy joven se orientó en la docencia y durante seis años, de 1912 a 1918, enseñó en un liceo femenino al sur de Chile.
Llamada por una amiga residente en Lima, partió hacia esa ciudad donde consigue ingresar en la universidad.
Poco tiempo después es llamada por las autoridades educativas de México para la elaboración de una reforma pedagógica.
Ya por ese entonces Gabriela componía obras poéticas, pues a la muerte de su amado se rompió su radiante felicidad.
Entre sus obras se pueden citar “sonetos”, “tala”, “ternura”, “lagar”, “desolación”, etc.
Romántica, intimista, exaltada y mística, su prosa y su poesía son de una riqueza sonora y de una armonía de tonos inigualables.
Hacia finales de la década del 20 el gobierno de su país le concede el cargo consular vitalicio, ejerciendo tal actividad en España, Portugal, Brasil Italia y Estados Unidos, siendo al mismo tiempo Delegada por Chile a la Sociedad de las Naciones.
Muy amiga del escritor vasco Miguel de Unamuno y de Dolores Ibarruy “la pasionaria”.
Durante la guerra civil española destinó la totalidad del importe de las ediciones de su libro “tala” socorriendo a los niños huérfanos de esa cruel contienda.
El galardón más grande de su vida lo conseguiría en 1945 al serle otorgado por la Academia Sueca el Premio Nobel de Literatura.
Con ello se rendía un homenaje a una mujer entregada al canto de la naturaleza, a la infancia y la verdad.
El 10 de enero de 1957 en Hempstead, Estados Unidos se extinguía la vida de Gabriela Mistral, una gran mujer que rindió culto al amor y el dolor, porque como solía decir “la mujer es la única que sufre en silencio”.
Por Manolo Rodríguez
