Así canta Charly García, y este lunes 23 de octubre, en su cumple 72, los votantes le regalaron ese mensaje: buscando un símbolo de paz.
Ganó Massa las elecciones generales y Milei retrocedió unos casilleros, definirán la presidencia en un balotaje el próximo 19 de Noviembre. Si miramos el corto plazo pasado, Milei confirma lo hecho en las PASO, reitera una elección histórica, y confirma su posición de nueva figura protagónica en la escena política vernácula. Recordemos que hace dos años, Milei deambulaba por los paneles televisivos de América, tirando municiones para todos lados, y provocando escaladas de rating televisivo como ningún otro personaje podía dar.
Sin duda, las agresiones lanzadas a diestra y siniestra, lo llevaron donde llegó. Pero no siempre una misma estrategia puede ser eficiente, ante un electorado tan sensible como el argentino. Ser tan agresivo, en su discurso y acción (la motosierra resuena) pudo haber impregnado el clima electoral de temor y locura, que sumados a un futuro como mínimo incierto, gane quien gane, generó un cóctel por el cual muchos votantes decidieron no arriesgar, a pesar de la bronca contenida por la pobreza, la inflación y el precipicio a simple vista. Y no son pocos los seguidores y dirigentes de Milei, que entonados en unas PASO memorables, condimentaron con mayor agresión el escenario electoral.
Muchos analistas coinciden que la elección de Milei en las PASO pudo haber sido un potente mensaje de los votantes a todo el arco político: “así no se puede seguir”. Y Milei es el grito de romper con todo. Sin embargo, votar en las primarias es votar candidatos, no son decisivas, no se votan cargos, por eso resulta una instancia ideal para los “fuertes tirones de oreja” ante una sucesión de gobiernos malos y políticos nefastos. Esto explica, en parte, el guarismo congelado de Milei en estas elecciones generales donde siete de cada diez ciudadanos prefirieron seguir flotando perdidos en el bravo océano del oficialismo, y no pegar el salto en las Cataratas del Iguazú como proponía Milei.
Y esta decisión electoral pareciera ser un “símbolo de paz”, ante la idea de romper todo el sistema, que Milei nunca dejó de pregonar. Y ahora, buscando nuevos votantes que dos veces no lo votaron, surge la reflexión: de qué forma el “destructor nietzstchiano” podrá recomponer una estrategia que sume nuevos adeptos luego de disparar para todos los horizontes políticos posibles. Qué dilema.
Ahora, si en las primarias Milei se consolidó como sorpresa, en las generales fue el turno de Massa para sorprender a propios y extraños. El golpe a Juntos por el Cambio fue letal. Y si tratábamos de entender por qué Milei hizo las PASO que hizo, ahora es el turno de entender por qué Massa aplastó a Bullrich. Nos van a volver locos.
No olvidemos que Massa es un Ministro de Economía de un país con una fulgurante y lastimosa crisis económica, que empeora, que devaluó el peso en el periodo post-PASO. No olvidemos que su partido tuvo un referente político enriquecido, enamorado, navegando bellos ocasos de los mares españoles, que hizo enojar a muchos votantes, que ven un despilfarro miserable ante la pobreza generalizada. No olvidemos que “Chocolate Rigau” también encarna la mugre de la política, y justo, lleva los colores de Unión por la Patria. A pesar de todo esto, Massa fue el más votado en las generales. Massa resurgió de las cenizas. Cuando Alberto Fernández llegó a las huestes K en 2019, Massa subió a los escenarios con un rol moderado y secundario, presenciando lo que podría ser el principio del fin de las estructuras kirchneristas de poder. En ese mismo escenario, Massa y Kicillof, tenían todo el aspecto de ser los herederos. Por qué no pensarlo: el peronismo es un movimiento estructural político único en Argentina. Cuando llegó el caudillo riojano, la estructura peronista bonaerense le dio la espalda que necesitaba. Cuando el peronismo giró su rostro hacia la Patagonia, la estructura sostuvo a Nestor Kirchner y el nacimiento del kirchnerismo. En ese transcurso, Massa siempre buscó esta estructura que hoy parece tener, una estructura post-grieta, pero peronista, obediente y leal. Tanto es así que la estructura peronista de base, se sacudió el polvo, y dijo presente en estas elecciones. Se podrían escribir varios libros sobre los matices peronistas, hoy el matiz es Massa, y el poder lo empezó a forjar en público al decidir subir solo a dar su discurso de triunfo, al decidir iniciar una seducción de nuevos votantes que le permitan llegar a la presidencia.
Capítulo aparte para un conglomerado político en una crisis sin precedentes: Juntos por el Cambio nunca supo cómo manejar el surgimiento de Milei, las fuertes disputas internas de poder expuestas como un factor autodestructivo e ignorado, y un fundador político como Macri celoso de no ser el protagonista que su ego todo el tiempo le pide ser. La victoria de Massa no hubiese sido posible, sin una elección tan deprimente de Bullrich.
Macri le hizo a su partido de forma ampliamente más burda, lo mismo que Cristina a Scioli en aquella elección donde Macri fue elegido Presidente.
Lo que vivimos ayer fue un rotundo freno eleccionario a Milei, pese a todos los problemas que los argentinos y argentinas se enfrentan día a día. No hay grandes secretos sobre lo sucedido. Si bien estamos destruidos como país, los ciudadanos le temen a toda la rebeldía agresiva de Milei. No es tan sencillo que una sociedad decida destruir absolutamente todo su sistema, más allá de los desastrosos gobiernos que nos viene golpeando.
Post primarias, Massa hizo lo que tenía a su alcance: devolver el IVA, sacar ganancias a los trabajadores, subsidiar consumidores, y exponer cómo sería una viaje en transporte público sin el subsidio estatal. Juego político, que al menos ayer, le dio resultados.
Ahora, los votantes de Bullrich, Schiaretti y Bregman deciden: ponen a Milei presidente basados en el anti-kirchnerismo (anti – peronismo), o ponen a Massa Presidente para mantener un sistema político sobre bases más seguras para todo lo que viene (incluso ellos mismos en tanto casta), en virtud del temor que Milei encarna en cada idea que impulsa. Veremos en esta nueva disputa que se inicia.
Por Marcelo M.